¿Regalas por costumbre o por estrategia?

regala con estrategia

¿Regalas por costumbre o por estrategia?

Voy a hablar de regalos, y no porque me encanten (que también 😉), sino porque en mi día a día como consultora —y también como cliente— me encuentro con muchísimos negocios frustrados… y con clientes cansados. Cansados de recibir cosas que no quieren. Y negocios regalando cosas que sus clientes habrían comprado.

En serio: lo veo constantemente. Acciones de marketing o ventas mal planteadas, sin estrategia, sin sentido. Regalos que no aportan valor, que no generan conexión, que incluso hacen que el cliente valore menos el producto. Y eso no solo es un coste, es una oportunidad perdida.

Cuando un regalo está bien pensado, bien comunicado y entregado en el momento adecuado, se activa algo muy potente: la reciprocidad. Y esa reciprocidad —cuando se trabaja con consciencia— es oro para cualquier negocio. Porque regalar por regalar no es estrategia. Es inercia. Y como empresa, no deberíamos hacer nada porque sí.

No regales para validar. Regala para impactar.

Un regalo puede ser mucho más que un gesto amable. Bien usado, es una herramienta potente de marketing. Por ejemplo, puede ayudarte a:

Fomentar la prueba de productos o servicios: hacer que el cliente se anime a probar algo nuevo.
Estimular la compra adicional: ofrecer un obsequio al superar cierto importe.
Recompensar la lealtad: premiar a quienes repiten y te recomiendan.
Generar recomendaciones: animar a los clientes a compartir su experiencia con otros.

 

Eso sí, cada regalo tiene que estar alineado con un objetivo claro, dentro de una estrategia definida. Porque regalar sin propósito ni planificación puede acabar en:

Obsequios genéricos que no significan nada para tu cliente.
Gastos sin retorno.
Falta de diferenciación en un mercado cada vez más saturado.

 

¿La clave? Que cada regalo responda a una estrategia. Un regalo efectivo:

Es relevante para tu cliente.
Tiene un valor percibido claro.
Incluye una llamada a la acción que oriente el siguiente paso (compra, recomendación, visita…).
Y que se pueda medir: sí, puedes, debes evaluar su impacto.

 

Y si en algún momento decides regalar sin tener una estrategia clara, no pasa nada. A veces se da así. Pero entonces, aplica mi regla de los regalos, para que ese gesto, al menos, tenga sentido y valor:

Mi regla de los regalos:

1. No regales nada cuyo valor el cliente no conozca. Si algo no tiene coste percibido, no tiene valor. Y sin valor, no hay gratitud.

2. Explica siempre por qué haces el regalo. ¿Quieres que vuelva? ¿Que te recomiende? ¿Celebras algo? ¿Es por volumen, frecuencia…? Dilo.

3. Aclara la caducidad. Un regalo sin fecha límite se convierte en rutina. Y lo rutinario pierde impacto. El cliente lo integra como algo normal, no lo asocia a una acción concreta, y el gesto pierde valor.

Regalar no debería ser una tradición automática. Debe ser una decisión estratégica. Cuando se hace bien, transforma un gesto común en una herramienta de marketing poderosa y rentable.

Y tú, ¿regalas por costumbre… o con intención?

 

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